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Sin olvido

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               Él estaba en el café de siempre, el que aún conservaba las sillas de hierro negro y las lámparas amarillentas que parecían resistirse al paso del tiempo. No la esperaba —hacía tiempo que había dejado de hacerlo—, pero ahí estaba. Entrando como si nada hubiera cambiado, como si todos los encuentros fallidos y las despedidas a medias no hubieran dejado huella.             Cada cierto tiempo volvía al mismo bar, a la misma hora en la que se habían dicho adiós años atrás. Lo hacía con la secreta esperanza de que, por esas cosas del destino, ella apareciera de nuevo. Para quizá decirle todo lo que aquella tarde no alcanzó a confesar, o para callar lo que nunca debió haber dicho. Y, sobre todo, para volver a escuchar esa voz que con los años se le iba borrando de la memoria, pese a sus esfuerzos por retenerla.             Tal ...

Antes de los 30

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       Hoy cumplo 29 años. Y aunque mis veinte estuvieron llenos de energía, locuras, besos y anécdotas, también estuvieron marcados por miedos, dudas e incertidumbre. Esta década fue un torbellino de aprendizajes, de encuentros y despedidas, de sueños que nacían y otros que morían. Estas son 29 lecciones que me dejó esta etapa de la vida, donde descubrí: Que para disfrutar de verdad hay que estar dispuesto a perder, que las armaduras no solo bloquean golpes, también impiden sentir caricias. Que la diferencia entre el número de errores y el número de disculpas se llama orgullo. Que las relaciones que perduran son aquellas en las que prefieres estar juntos en lugar de tener la razón. Que nunca es tarde para pedir perdón ni para agradecer a quien cambió tu vida. Que en la vida existen uno o dos sueños grandes, y que el resto son anécdotas. Que dedicarte a lo que amas vale más que cualquier “status”; Que nada debería ser nunca tu plan B. Que nunca sabremos qué habría pa...

La vida al pasar

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       Carolina estaba sentada en un banco de la estación, con la mirada perdida entre las vías y el horizonte gris que el atardecer pintaba. Un silencio pesado la envolvía, mientras en su mente danzaban imágenes y recuerdos, algunos amargos, otros dulces, y muchos llenos de preguntas que nunca había podido responder.      Frente a ella, la vida continuaba, ajena e imparable, mientras ella se encontraba detenida en ese instante de introspección, enfrentando ese diálogo interno que solo aparece cuando el tiempo y la urgencia se funden.         Había tantas cosas que no había dicho, tantos secretos que quiso compartir antes de llegar a ese punto, tantas heridas que deseó no haber tenido que vivir. Y en medio de esa tormenta de pensamientos, se decía:      Hay tantas cosas de las cuales no hemos hablado, hay tantas cosas que me hubiera gustado contarte antes de llegar acá, hay tantas situaciones que me hubieran ...

El comienzo de los días

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     A Valentina le temblaban un poco las manos mientras deslizaba el dedo por la pantalla para confirmar el pasaje. Ese “clic” no solo compraba un vuelo, sellaba una decisión. No sabía si era valentía o desesperación, pero había llegado el momento de irse. Otra ciudad. Otro país. Otro mundo.      Las despedidas no siempre se gritan. A veces se dicen en un abrazo largo o en una frase que parece más liviana de lo que es: "Mantenme al tanto" . A veces se llora en silencio, en el taxi al aeropuerto, cuando la ciudad se ve por última vez desde la ventana trasera.      Valentina llegó sin mucho más que dos maletas, algunas palabras sueltas en otro idioma y una mezcla constante de miedo y entusiasmo que no le daba respiro. Los primeros días no sabían de costumbre: todo era nuevo, cada cosa era un primer momento. Primera vez en ese supermercado. Primera vez que se subía a ese tren. Primera vez que se reía con alguien que no entendía del todo. Prim...

Un viaje en tren

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       Martín está sentado junto a la ventana, con el ceño levemente fruncido y la mirada fija en el paisaje que se desliza rápido. Tiene 38 años, una vida con sus golpes y aprendizajes, y un corazón que guarda tanto nostalgias como esperanzas. Sabe que este viaje no es solo un desplazamiento físico, sino un trayecto lleno de significados que se revelan con cada estación.      Desde que nació, se subió a este tren sin elegirlo, sin saber cuánto duraría ni quiénes compartirían ese viaje con él.      Recuerda a sus padres, los primeros pasajeros con los que compartió vagón. Pensó que serían eternos compañeros, pero aprendió que, inevitablemente, ellos se bajarán en alguna estación, dejando un asiento vacío y un silencio que pesa.      Mientras observa a su alrededor, ve subir a otros pasajeros: hermanos, amigos, amores. Algunos llegan con sonrisas y esperanza, otros con heridas y secretos. Algunos se sientan cerca, otros...

Cuando no pasa nada, pero pasa un mundo

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       Darío había decidido salir, irse, viajar de un lugar a otro. Lo hacía por necesidad más que por deseo. Era algo interior que lo presionaba por dentro y pedía a gritos salirse con la suya.        Cuando decidió partir, se llevó consigo solo sus maletas, sus momentos y sus recuerdos, pensando que con eso sería suficiente. Creyó que, en un tiempo no muy lejano, volvería para seguir con su vida, con sus cosas.        Cuando al fin se fue, pese a saber a dónde, nunca supo realmente el porqué de esa decisión, ni mucho menos qué le depararía la siguiente estación, el nuevo destino. Algo temeroso, medio expectante y con el sentir a flor de piel, se sumergió en un nuevo mundo, en una nueva vida. Con nuevos desafíos, nuevos deseos y nuevos sueños.        Mientras anduvo, mientras vivió, fue conociendo personas. Historias de vida que se le presentaron porque algo o alguien así lo dispuso. Se hizo de nuevos amigo...

Historia de plaza

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     Esteban se había sentado en esa plaza sin saber bien por qué. A pesar de que no era su rutina porque ni siquiera vivía cerca. Simplemente, esa tarde, algo lo llevó ahí. Tal vez las ganas de dejar de pensar o tal vez las ganas de volver a hacerlo.      El banco estaba un poco torcido, la sombra no llegaba del todo y el ruido de los autos se colaba entre los árboles. Pero algo en esa plaza lo sostenía. Era un espacio sin tiempo, como los que alguna vez habían sido refugio.      Fue entonces cuando los vio. Justo allí, como en cámara lenta.      Dos chicos, de no más de nueve años, se hamacaban con la soltura del que no piensa en caerse. El chico tenía zapatillas blancas que cada tanto raspaban el suelo y la chica, una camiseta celeste de algún regalo reciente y un rodete hecho con más voluntad que prolijidad. A un costado, dos muñecas descansaban sobre el banco, ignoradas por ahora.      Se hablaban con seried...