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El comienzo de los días

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     A Valentina le temblaban un poco las manos mientras deslizaba el dedo por la pantalla para confirmar el pasaje. Ese “clic” no solo compraba un vuelo, sellaba una decisión. No sabía si era valentía o desesperación, pero había llegado el momento de irse. Otra ciudad. Otro país. Otro mundo.      Las despedidas no siempre se gritan. A veces se dicen en un abrazo largo o en una frase que parece más liviana de lo que es: "Mantenme al tanto" . A veces se llora en silencio, en el taxi al aeropuerto, cuando la ciudad se ve por última vez desde la ventana trasera.      Valentina llegó sin mucho más que dos maletas, algunas palabras sueltas en otro idioma y una mezcla constante de miedo y entusiasmo que no le daba respiro. Los primeros días no sabían de costumbre: todo era nuevo, cada cosa era un primer momento. Primera vez en ese supermercado. Primera vez que se subía a ese tren. Primera vez que se reía con alguien que no entendía del todo. Prim...

Un viaje en tren

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       Martín está sentado junto a la ventana, con el ceño levemente fruncido y la mirada fija en el paisaje que se desliza rápido. Tiene 38 años, una vida con sus golpes y aprendizajes, y un corazón que guarda tanto nostalgias como esperanzas. Sabe que este viaje no es solo un desplazamiento físico, sino un trayecto lleno de significados que se revelan con cada estación.      Desde que nació, se subió a este tren sin elegirlo, sin saber cuánto duraría ni quiénes compartirían ese viaje con él.      Recuerda a sus padres, los primeros pasajeros con los que compartió vagón. Pensó que serían eternos compañeros, pero aprendió que, inevitablemente, ellos se bajarán en alguna estación, dejando un asiento vacío y un silencio que pesa.      Mientras observa a su alrededor, ve subir a otros pasajeros: hermanos, amigos, amores. Algunos llegan con sonrisas y esperanza, otros con heridas y secretos. Algunos se sientan cerca, otros...

Cuando no pasa nada, pero pasa un mundo

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       Darío había decidido salir, irse, viajar de un lugar a otro. Lo hacía por necesidad más que por deseo. Era algo interior que lo presionaba por dentro y pedía a gritos salirse con la suya.        Cuando decidió partir, se llevó consigo solo sus maletas, sus momentos y sus recuerdos, pensando que con eso sería suficiente. Creyó que, en un tiempo no muy lejano, volvería para seguir con su vida, con sus cosas.        Cuando al fin se fue, pese a saber a dónde, nunca supo realmente el porqué de esa decisión, ni mucho menos qué le depararía la siguiente estación, el nuevo destino. Algo temeroso, medio expectante y con el sentir a flor de piel, se sumergió en un nuevo mundo, en una nueva vida. Con nuevos desafíos, nuevos deseos y nuevos sueños.        Mientras anduvo, mientras vivió, fue conociendo personas. Historias de vida que se le presentaron porque algo o alguien así lo dispuso. Se hizo de nuevos amigo...

Historia de plaza

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     Esteban se había sentado en esa plaza sin saber bien por qué. A pesar de que no era su rutina porque ni siquiera vivía cerca. Simplemente, esa tarde, algo lo llevó ahí. Tal vez las ganas de dejar de pensar o tal vez las ganas de volver a hacerlo.      El banco estaba un poco torcido, la sombra no llegaba del todo y el ruido de los autos se colaba entre los árboles. Pero algo en esa plaza lo sostenía. Era un espacio sin tiempo, como los que alguna vez habían sido refugio.      Fue entonces cuando los vio. Justo allí, como en cámara lenta.      Dos chicos, de no más de nueve años, se hamacaban con la soltura del que no piensa en caerse. El chico tenía zapatillas blancas que cada tanto raspaban el suelo y la chica, una camiseta celeste de algún regalo reciente y un rodete hecho con más voluntad que prolijidad. A un costado, dos muñecas descansaban sobre el banco, ignoradas por ahora.      Se hablaban con seried...

Lazos de familia

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Durante años, Sofía soñó con recorrer esas calles que su abuela siempre evitaba mencionar, como si en ese silencio habitara un dolor demasiado antiguo para decirse en voz alta. Pasaron suficientes primaveras hasta que, en uno de tantos días, se encontró tan cerca de lo desconocido como de lo tan ansiado. Sofía era actriz y se encontraba en Italia, en pleno rodaje. En uno de esos días de descanso entre set y set, decidió visitar el pueblo donde habían nacido su madre y su abuela. Esta última, cada vez que se le preguntaba sobre ese lugar, esquivaba el tema. …y cuando lo hacía, su mirada se perdía por la ventana, como quien conversa con el pasado sin querer invocarlo del todo. Alegaba que allí ya no le quedaba familia y que, por eso, desde adolescente y tras marcharse con su hija pequeña, nunca más había regresado. Sofía, sin ninguna información y sin que su abuela lo supiera, sintió igualmente el deseo de ir. No hablaba el idioma ni sabía por dónde empezar, pero comenzó a golpear puer...

Y sin embargo, se muere

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       Había pasado los 60 y aunque no se notaba, Esther era de esas mujeres que sabían cargar con los años sin que pesaran. Su andar era calmo, pero firme. Su presencia, ligera. No tenía hijos, ni pareja, ni demasiadas pertenencias. Pero sí una biblioteca inmensa y una serie de costumbres que nadie más comprendía.      Se levantaba temprano, se preparaba un café que bebía sola en el jardín, anotaba pequeñas reflexiones en un cuaderno y hablaba con los colibríes, como si fueran viejos conocidos. Pero esa mañana, algo distinto ocurrió.      No fué un temblor, ni una tragedia. Fue una noticia, de esas que llegan sin pedir permiso. Murió un vecino, uno que ni siquiera conocía bien. Pero su muerte la sacudió porque si bien no era cercana, sí posible. Y la posibilidad es a veces más inquietante que la certeza.            Ese hombre se había ido así nomás, una mañana cualquiera, como quien se o...

Si alguien te quita, otro te da

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  Siempre había entendido de esfuerzo y sacrificio, pero aún más de lo que significaba «dar», sin espera, sin acuse de recibo, sin más. Cada vez que lo encontrabas en esas escaleras junto al río, de aquella ciudad india, muy poblada y avasallante de turistas, ponía su mejor sonrisa y te ofrecía sus artesanías, recubiertas con una dosis de bondad y su apariencia servicial. Desde que nació, Raúl vivió como cualquier otro chico; aunque sin poderlo demostrar. Atrás de aquel joven, había una mezcla de inocencia e ilusión que, al principio, parecía difícil de descifrar. Había crecido sin su madre ‒ que había fallecido en el parto ‒ , y a sus catorce años comenzó a trabajar en la calle por la enfermedad de su padre –quien se encontraba postrado por invalidez. Como alguien debía llevar el pan a la casa para alimentar a su familia de tres junto a su hermana de dieciséis, parecía que el futuro se encontraba escrito para él. Un día, una turista lo encontró de la nada, cambiándole el tod...