Entradas

Tres puntos suspensivos

Imagen
Porque llegó su cumpleaños, y llegó la universidad y el título. Llegó el primer trabajo, el segundo, y su proyecto personal. Llegó el beso que soñó, y llegó el amor, y el amor después del amor. Llegó el sol después de la tormenta y el tiempo de conocerse a sí mismo. Porque llegó el viaje anhelado y las cien y una historias que una vez imaginó, Junto a las personas con las que jamás pensó.   Porque llegó el fin de semana y las vacaciones, y llegó el coche y la casa frente al mar. Llegó lo que esperaba, y a veces mucho más.   Porque llegó el amigo desde el otro lado del mundo. Llegaron los momentos que ansiaba repetir y también llegaron las sorpresas. Porque llegó el día que se despertó ante una vocecita que le decía «papá».   Porque así como llegaron a los que estuvo esperando, llegaron los momentos en los que algunos se fueron. Y también llegó el día en el que la herida ya no dolió.   Llegaron los f...

Siempre amigos

Imagen
Un hombre, su caballo y su perro, caminaban por un oscuro y solitario desierto, cuando de pronto un fuerte temporal con vientos huracanados llenos de lluvia los enfrentó sin piedad. De la tormenta eléctrica un rayo se desprendió y atacó a los tres caminantes por igual, causando sus muertes rápidamente. Hay veces que a los muertos les lleva un tiempo darse cuenta de sus actuales condiciones, sin embargo, el hombre comprendió que los tres lo estaban, y lo que parecía ser un final, era un nuevo comienzo, en otro desierto, bajo un radiante sol. La caminata se estaba haciendo muy larga, desgastante por tramos. El calor no les daba tregua y los tres estaban empapados en sudor y con mucha sed; rogaban desesperadamente por un vaso de agua. Después de unas horas y tras cruzar una duna muy alta, avistaron un majestuoso portal de mármol en el medio de una gran cerca celestial, que dividía el desierto de una frondosa plaza enmarcada por los árboles, y en su centro había una fuente de la que br...

Amores perros

Imagen
Camila transitaba su primer año de universidad lejos de casa, compartiendo esa etapa de la vida con muchas otras personas, que al igual que ella, fuera por obligación o convicción, se habían mudado a otras ciudades en búsqueda de un presente que les garantizara un futuro mejor. Si bien con los años ella había aprendido tanto a ganar como a perder, su rostro nunca se había transformado tanto como ese lunes a la mañana, camino a clase, en el instante en el que leyó un mensaje de texto y entonces comprendió que lo que no es, puede llegar a ser. Que hasta lo que no es humano puede dejar de existir de un día para el otro y junto a eso, la mitad de la vida de cualquier ser racional, cuando el lenguaje que supo ser sólo con gestos cuando todavía no había experimentado sus primeros pasos, se había transformado con el correr del tiempo en un camino lleno de huellas compartido con su mejor amigo: su perro. Su héroe de historias inventadas para sus amigas, su admirador de soledad frente al espejo...

Oportunamente

Imagen
Era viernes por la tarde, y en su florido balcón, guarecido por la inmensidad de los árboles a ambos costados de la calle, Sara buscaba respuestas. El día había sido tan largo como toda su última semana, en la que se la había pasado dudando, más que sintiendo. Esperando el momento perfecto, más que el indicado.   Justo allí, donde ella pensó que su relación actual, que acababa de invitarla a pasar un fin de semana a solas, no era lo suficientemente seria y entonces eligió quedarse en su casa. Justo allí, donde horas más tarde, su jefe le había propuesto cambiar de oficina y tener mayor responsabilidad, pero ella pensó que pondría en riesgo su carrera y optó por rechazarla. Justo allí, donde días atrás, y junto a su ex marido, truncaron la posible carrera de su hijo en el tenis diciéndole que era mejor que estudiara.   Pero en esta historia había otra Sara… Una que se fue ese fin de semana y se terminó enamorando. Una que le dijo «sí» a su jefe, y su carrera tuv...

Sobre la felicidad...

Imagen
Juan y Pedro vivían a las afueras de la cuidad en dos casas continuas, de idénticos tamaños y semejanzas. Modestas, las dos, pero equipadas con lo básico y sustancial. Ambos iban a su trabajo en coches de similares características, donde trabajaban de vendedores con un salario promedio que les permitía mantenerse y darse algún gusto cada cierto tiempo. Lo anecdótico era que, hacía pocos años atrás, Juan poseía una inmensa mansión, con más de veinte habitaciones, amplio s jardines y las comodidades propias que otorga un caserón de tales características. En solo un año, ganaba con su empresa lo mismos que a otros les lleva toda la vida, y además contaba con una colección de coches deportivos, uno para cada fin de semana, dependiendo la ocasión… pero cuando sus cosas comenzaron a ir mal, su mansión, junto a su colección de coches y a todo su dinero, se esfumó tras un embargo. Algunos familiares le ayudaron a pagar esa casita humilde a las afuera de la ciudad, mientras uno de sus amigos le...

Universidad de la vida

Imagen
  Sentado sobre un cordón de vereda, y bajo un frío azul de invierno, Enrique mantenía su mirada posada en los viejos cristales del bar de enfrente, lugar donde había estado su última treintena y que hoy, con un cheque de retiro en sus manos, inspiraba obnubilado entre un pasado que había sido su presente hasta hacía unas horas y un futuro sin respuestas por no conocer las preguntas. Guardó el cheque en su pantalón a rayas de tiro corto y bajó su mirada hacia sus zapatos que hacían juego con sus tiradores negros; la vida parecía barajar y dar de nuevo, y Enrique se había quedado sin cartas y sin saber las reglas del juego.  Mesero de profesión, supo escribir una vez que tomó un avión con el motivo del casamiento de su hija, en Madrid, y debió completar el formulario de preembarque en el aeropuerto, hacía ya más de quince años. Oración corta y simple, que tantas veces expresó cuando se lo preguntaban o mencionaba cada vez que se solía presentar. Él sostenía que todas las activi...

La vida en 3 minutos

Imagen
De frente al radiante ventanal, Ernesto seguía inmóvil, mirando al presente con los ojos puestos en el pasado. Las fotos que le había enviado su hermano sobre lo que hoy era su casa, se contraponían con los recuerdos que él tenía de aquellos tiempos, como dos caras de una misma moneda. Había nostalgia por lo que no fue como también tristeza por todos esos momentos en los que supo ser feliz, instantes de una vida sin retorno. Hacía más de tres años que Ernesto vivía en Portugal, después de haber dejado Montevideo, su tierra natal, luego de su divorcio tras un matrimonio de casi veinte años. Como quien navega por necesidad más que por destino, como quien camina los caminos que son de otros, Ernesto vivía en Faro, una ciudad al sur, y en soledad, ya que sus hijos lo hacían en otra ciudad portuguesa a dos horas en tren de la primera. Por el deseo de quedarse cerca de ellos y la necesidad de estar lejos de su ahora ex mujer, Ernesto se quedó a mitad de camino, como en una intersección ent...